Contraplano. Las memorias del trotamundos Sánchez Vanegas
Por Orlando Cadavid Correa (ocadavidc@une.net.co)
Por Orlando Cadavid Correa (ocadavidc@une.net.co)
Cuando el lector se sumerge en “Historias al aire”, el libro autobiográfico del polifacético Julio E. Sánchez Vanegas, empieza a descubrir dónde, cómo y cuándo se plantó la semilla de la proyección internacional que el mayorazgo de sus hijos, Julio Sánchez Cristo, le ha dado a la radiodifusión colombiana con indiscutible éxito.
En el siglo pasado, sin tener a la mano la magia de la técnica satelital y las redes sociales del tercer milenio --cuando la radio y la televisión criollas apenas estaban en pañales-- el veterano “Cacharilas”, nacido en Guaduas, Cundinamarca, en 1934, le puso su sello personal a ambos medios, trayendo a la audiencia, con instrumentos casi artesanales, transmisiones de tanta envergadura como el Concurso de Miss Universo y la entrega de los Premios Oscar de la Academia Cinematográfica. A la sazón emplearía la misma dinámica en la cobertura de los grandes sucesos habidos más allá de las fronteras.
Julio padre hace en las 185 páginas de sus memorias un relato cronológico, matizado de anécdotas y de testimonios fotográficos, de su amplio recorrido por los dos medios de comunicación que han sido la pasión de su vida: Emisoras Nuevo Mundo y Nueva Granada, de las que fue locutor, libretista, animador y director. Emisoras Monserrate y Emisoras El Dorado, de las que fue su propietario. Producciones JES, su programadora de televisión, que produjo espacios tan famosos como “Concéntrese” y “Espectaculares”.
Evoca la emoción que experimentó al convertirse en el primer presentador en aparecer en pantalla aquel remoto día en el que se inauguró la televisión colombiana. Se solaza rememorando el comienzo de su dilatada carrera radial no solo en Bogotá sino en ciudades como Cali, Manizales, Pereira y Girardot. No se le queda en el tintero ninguno de los países sedes del reinado ecuménico detrás del que anduvo hasta cuando de un “raponazo” lo despojaron de los derechos exclusivos. No había nada que hacer ante la chequera todopoderosa de Julio Mario Santo Domingo.
Don Alvaro Castaño Castillo, su amigo de toda la vida, da en el prólogo una idea precisa de la obra de reciente aparición:
“Pocos libros más reveladores sobre la verdadera historia de la radio y la televisión; sobre su entraña, sus triunfos, sus miserias, sus anécdotas, que demuestran la verdad-verdad de una Colombia que vivimos y que ya comenzamos a olvidar. Ahí está Sánchez Vanegas deteniéndose en muchos de sus protagonistas más auténticos, castigando a muchos de ellos con un latiguillo de humor y de ironía.
Al autor hay que reconocerle una característica: pensar en grande. Los colombianos somos tímidos y nos contentamos frecuentemente con triunfos menores, restringidos a nuestro territorio nacional. El mismo proclamó en el corazón de Grecia en el concurso de Miss Universo: “Hoy desde Atenas, mañana desde cualquier lugar del mundo”.
Si Julio padre nunca se conformó con las victorias domésticas, Julio hijo mucho menos. La W que lidera con innegable sapiencia acaba de obtener dos grandes exclusivas internacionales: Las entrevistas con el presidente de los Estados Unidos, Barak Obama, en las horas previas a su visita a Colombia, y con la prostituta Dania Londoño, protagonista del monumental escándalo en el que se vio envuelta, en Cartagena, la guardia pretoriana encargada de la seguridad personal del hombre más poderoso del mundo. La radio sin fronteras que hace el hijo homónimo, hoy, es la que siempre ambicionó y quiso darle su padre a la audiencia nacional.
La apostilla: En su caravana de las nostalgias, Julio Enrique Sánchez Vanegas recuerda de su paso por Transmisora Caldas, de Manizales, un programa de corte poético, escrito y perifoneado por él, titulado “En la quietud de la noche”, que tuvo tanto éxito entre las mujeres de la ciudad que los dueños de los teatros le pidieron que lo hiciera más temprano porque la gente no estaba yendo al cine nocturno para no perdérselo.
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