Haz el bien y no mires a quien - Jairo Correa Cuenta su Historia

El extraordinario atleta bogotano Jairo Correa, nos cuenta su historia de lo que viviĆ³ un Primero de Mayo en Ecuador, que a continuaciĆ³n tomamos de Colombia Corre, estĆ” es su historia de HAZ EL BIEN Y NO MIRES A QUIEN. 
Por Jairo Correa
Todos los primeros de mayo se realiza en Pasto,NariƱo, la Carrera de la Universidad de CESMAG,en honor al celebre entrenador de atletismo Pedro de Armas.Es una carrera atlĆØtica internacional ya que deportistas ecuatorianos pasan la frontera para tomar parte en este evento al que por varios aƱos fui invitado.En el aƱo 2009 viaje desde BogotĆ  en compaƱƭa de otros atletas master, los planes eran que una vez corriĆ©ramos en Pasto,esa misma noche nos transladariamos a Ecuador para correr de nuevo en la ciudad de Cuenca el dĆ­a tres de Mayo. Lo que no se imaginaban mis compaƱeros de aventura era lo largo y difĆ­cil que es hacer este viaje por tierra,son mĆ s o menos 18 interminables horas en bus hasta Pasto y otras 18 mĆ s hasta Cuenca.

El dĆ­a de la carrera todos corrimos mal, posiblemente estĆ”bamos agotados debido al largo viaje, lo que motivo que los otros atletas renunciaran a continuar con la odisea hasta Ecuador.A pesar de todo yo decidƬ continuar solo:”siempre pienso que se  debe terminar una carrera,en este caso dos,porque al final algo bueno lo espera a uno”.Hubiera querido viajar en compaƱƭa de algĆ¹n amigo pues entrar a otro paƬs es algo que siempre me llena de temores,son tantos los abusos a lo que he sido sometido en mi largo correr por el mundo,por el simple hecho de ser colombiano,que cuando llego a un aeropuerto internacional o tengo que pasar una frontera,me pongo paranĆ²ico y me lleno de toda clase de temores,mĆ xime cuando son paises hermanos como Ecuador o Venezuela,por aquello de que no hay cuƱa que mĆ s apriete que la del mismo palo. Fue asƬ como llegue a Rumichaca a las siete de la noche de aquel primero de Mayo:solo,con miedo,cansado y corto de dinero. CrucĆ© el puente a pie con mi morral  a la espalda, tan pronto pise suelo ecuatoriano me detuvĆ³ la policia para una requisa,lo que para mi no fue problema porque la Ć¹nica arma de combate que encontraron fue mis viejas zapatillas de correr,por cierto embarradas y con pecueca. Ellos al no encontrar razĆ²n alguna para detenerme y sacarme los pocos dolares que tenia, argumentaron que el permiso ya estaba vencido y que tenia que sacar otro nuevo,que como era ya tarde y dĆ­a festivo no estaban atendiendo pĆ¹blico, pero que si les pagaba cincuenta dolares muy amablemente me lo entregarian en cinco minutos de lo contrario tenia que dar vuelta atrĆ”s y regresar a mi paƬs.por supuesto que este permiso no cuesta nada,pero yo tenia el tiempo contado para llegar a Quito antes de la media noche y tomar el Ć¹ltimo bus a Cuenca, si lo perdia tenia que esper hasta el otro dĆ­a dentro del antiguo, inseguro,frio y maloliente terminal de transportes. Me preocupaba tambiĆØn, no arribar a Cuenca el dos de Mayo pues las inscripciones se cerraban un dĆ­a antes del evento y seria catastrĆ²fico llegar al final de un objetivo y no verlo realizado por un detalle tan simple. AhĆ­ estaba yo de nuevo, como siempre tomando riesgos y jugĆ”ndo al azar,por lo que le pague el soborno a la policia ecuatoriana y continue con mi aventura.
historias de carreraLlegue a Quito, justo a las doce en punto de la noche, me baje del bus y corrƬ por los interminables laberintos del terminal hasta donde salian los buses para Cuenca,en la ventanilla un asistente me dijo con su inconfundible acento ecuatoriano que el Ć¹ltimo bus justito acababa de salƬr. Un baldado de agua helada recorrio mi cuerpo y maldije el tiempo que me habian hecho perder los policias en la frontera, cuando el asistente agregĆ³: ”Vea seƱor, si se da prisa puede que lo alcance alla afuerita en el semĆ foro, el bus se demora un ratito dando la vuelta al terminal”. De nuevo saque mis habilidades atlĆØticas y corri hasta la calle y alli estaba el bus esperando que la luz cambiara a verde, golpie la puerta,el chofer de mala gana la abriĆ² y acepto llevarme por el doble del precio, porque no pueden recojer pasajeros en la via y lo hacia por mi seguridad puesto que en ese punto me hubieran atracado. Bueno,lo importante era que estaba en camino y que llegarƬa a tiempo para la carrera.lo malo era que mis arcas estaban bastante reducidas por culpa de la policia y del conductor y que si no lograba entrar en la premiaciĆ²n lo mĆ s seguro serƬa que tendria que regresar a Colombia a pie,en mi caso al trote. Trate de relajarme y dormir,cuando ya me estaba cogiendo el sueƱo aparecio un personaje que habĆ­a visto en otras carreras en Ecuador pero con quien nĆ¹nca habiamos entablado amistad porque me parecia que tenia un retraso mental, corria en la categoria de los discapacitados, el polio lo habĆ­a dejado muy mal, difĆ­cilmente podia caminar o hablar, a cada paso que daba parecia que se desbarataria,pero ahĆ­ seguia y no se perdia ninguna carrera. Con su hablar gangoso me saludo y se presento como Pedro, poco se le entendia lo que decia, pero estaba tan bien informado de todas las carreras y conocia tantas cosas, lugares y gente que de inmediato me di cuenta que su mente no solo funcionaba bien sino que era muy inteligente. Por ĆØl hubiera hablado todo el camino, pero yo necesitaba descansar, asi que cerre mis ojos y espere que ĆØl se fuera para su puesto. Cuando llegamos al terminal de Cuenca sali corriendo del bus, tenia prisa por llegar a tiempo para la inscripciĆ³n, ademĆ s no queria ganarme el problema de tener que cargar con Pedro y su discapacidad para todas partes.
En la oficina de la carrera me estaban esperando, Pedro llego detrĆ”s de mi, yo trate de ignorarlo a pesar de que el siempre me buscaba la charla. nos inscribieron y nos asignaron un hotel, lo Ćŗnico malo es que me toco pagar todos los gastos. Con los recursos casi en cero y tratando de huirle a mi amigo ocasional, me fui para el hotel. AllĆ­ acostado hacia cuentas alegres, si ganaba la carrera recibirĆ­a quinientos dĆ³lares, suficiente  para pagar los pasajes de regreso, el hotel y la comida. Me sobrarĆ­an uno cuatrocientos para llegar con dinero a Bogota, propĆ³sito que no era difĆ­cil porque en Ecuador no tenia rivales en la categorĆ­a master B.
Cuenca es una bella ciudad,cuatro rĆ­os la atraviesan de sur a norte y de oriente a occidente, ademĆ”s es muy antigua y religiosa, con grandes iglesias y una hermosa catedral, llena  de riquezas y obras de arte. Es tambiĆØn la cuna de famosos atletas como Jefferson Perez, campeon mundial y olƬmpico y Rolando Vera, ganador en tres ocasiones de la carrera de San Silvestre. Llegue alli para tomar parte en la Carrera AtlĆØtica de la Virgen del Vado, evento en el que participan unos mil atletas de diferentes paises,se corre por sus principales calles,algunas de ellas adoquinas con piedra desde la Ć©poca de la colonia y tiene una altura similar a la de BogotĆ ,por lo que me sentƬ como pez en el agua durante la carrera, cuando pasamos por la mitad del recorrido alcancĆ© a Pedro, lo reconocƬ desde lejos por su manera inconfundible de correr, al sobrepasarlo me dio una bolsa de agua la que acepte complacido, no hay nada mĆ s recuperante que el agua frĆ­a encima de la cabeza, le sonrei porque es muy difĆ­cil hablar cuando se esta corriendo y continue mi marcha hacia la victoria.para mi fortuna logrĆ© pasar de primero la meta. Cansado como estaba,pero con la tranquilidad de contar con suficiente dinero para pagar todos mis gastos,me fui para el hotel a esperar la hora de la premiaciĆ²n que se realizaria en las horas de la tarde. Planeaba emprender el viaje de regreso esa misma noche:tomaria un bus directo a Tulcan,ciudad fronteriza con Colombia, a donde llegaria el lunes en la maƱana, asi tendria bastante tiempo para hacer algunas compras, viajaria a Ipiales, unos veinte minutos mĆ s,y para tomar en la tarde el bus que me traeria hasta BogotĆ , con buena suerte el Martes en la maƱana.
En la premiaciĆ²n me encontre con Pedro de nuevo, yo estaba tan concentrado en que me llamaran para recoger mis quinientos dolares y salir corriendo de alli, que por enesima vez no le prĆØste atenciĆ³n. Cuando me llamaron me entegaron un precioso trofeo y un cheque. PreguntĆ© donde lo podia cambiar, los organizadores me dijeron que el Domingo no habĆ­a bancos abiertos y que debia esperar hasta el dĆ­a siguente. Ese detalle no solo retrasaria un dĆ­a mi viaje sino que me dejaba si un peso en efectivo para pagar el hotel y comer. Yo les explicaba que no me podia quedar un dĆ­a mĆ s en Cuenca y les rogaba para que me solucionaran el problema, en medio de mi desespero aparecio de nuevo Pedro, me incomodĆ³ de sobremanera porque no era el momento oportuno para pararle bolas a nadie: "Que le pasa?" me pregunto con su voz gangosa. ”Ay hermano, le dije sin disimular mi incomodidad, resulta que me han pagado con un cheque y yo necesito el dinero en efectivo para viajar esta noche, hay algo que ud.pueda hacer? Agregue con ironia y con rabia.”Si claro”, me contesto con amabilidad, yo te prĆØsto dinero,cuanto necesitas? Yo quede mudo con su respuesta, me sentƬ el mas miserable de los hombres, me sentƬ pequeƱito ante ese gran hombre que en ese momento me estaba dando una lecciĆ²n de vida, me fui para un rincĆ³n y me sente pensativo, Ć©l me siguiĆ³ para confirmarme su ofrecimiento.No me quedo otra disculpa que revelarle la realidad de todo el asunto,que no habĆ­a comido en todo el dĆ­a y que si no cambiaba el cheque no solo no podria comer hasta el otro dĆ­a sino que me hecharian del hotel. ”Me lo hubiera dicho desde que llegamos,vamos a comer y a pagar el hotel y maƱana cuando cambie el cheque nos vamos juntos para Quito”,me dijo con toda sinceridad.Era como si dios me hubiera estado siguiendo desde que tome el bus en Quito, y yo no le prĆØstaba atenciĆ³n alguna porque se me aparecia en la figura de un hombre atrofiado por la poliomielitis,que estupido habĆ­a sido.
En la calle, Pedro, a pesar de su discapacidad, se desenvolvia mejor que yo, me dijo que existia un banco en un centro comercial en los suburbios de la ciudad en donde posiblemente me podian cambiar el cheque, que si nos dabamos prisa lo encontrariamos abierto. Asi lo hicimos y lo cambiamos sin ningĆ¹n problema. Llenos de dicha y con plata en efectivo salimos de alli en busca de un restaurante, queria invitarlo a comer lo que Ć©l quisiera. Nos regresamos a la zona colonial, caminabamos por sus calles solitaria y oscuras  en busca de comida tipica. Tan absortos estabamos en nuestra tarea, que no nos dimos cuenta que un hombre venia siguendonos en la oscuridad, cuando nos vio entrar al restaurante se nos acerco y nos dijo: puedo invitarlos a comer algo, quiero comentarles una historia,me permiten comer con ustedes? yo no sabia que decir. Pedro le dijo que si sin tapujos, yo acepte con desconfianza: ”Vea,dijo,les quiero confesar que inicialmente la idea mia era atracarlos, pero cuando me dƬ cuenta que este seƱor era un discapcitado no me atrevƬ, porque yo sufrƬ de polio cuando niƱo y a dios gracias me cure, por eso jamĆ”s podria hacer algo en contra de esta gente. Yo fui sicario en Nueva York, trabaje para muchos colombianos hasta que me apresaron, cuando salƬ libre me deportaron para Ecuador y aquĆ­ estoy atracando turistas. Asi transcurriĆ³ la comida, en medio de toda clase de temores, sobretodo cuando empezĆ³ a mostrarmos las heridas de bala y de cuchillo que exhibia con orgullo en todo su cuerpo como si fueran tatuajes.
A salir del restaurante,el hombre se ofreciĆ³ a acompaƱarnos para protegernos, segĆŗn sus propias palabras. Recogimos las maletas, pagamos las cuentas y esperĆ³ a que tomaramos el taxi para ir al terminal. Alli abordamos un bus directo a TulcĆ”n. Dormimos toda la noche en paz, en la maƱana Pedro se bajĆ³ en alguna calle de Quito. No lo volvƬ a ver porque tampoco regrese a Ecuador, espero que se encuentre bien y enseƱandole lecciones de vida y de superaciĆ²n a la gente para que aprendamos a ser en cada carrera y en cada dĆ­a de nuestra existencia mĆ s humildes.

Jairo Correa

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