Tomado del Diario EL ESPECTADOR
Por: Juan David Laverde Palma, Camilo Segura Álvarez
A todos los que los destituyeron les dijo quienes eran y para que servían en esta entrevista.
El Alcalde Mayor de Bogotá Gustavo Petro, destituido por lo másCorruptos del País. Foto:Luis Angel EL ESPECTADOR |
Gustavo Petro es un hombre sin rodeos. El pasado viernes recibió a El Espectador y despachó sus últimos cartuchos sobre su súbita salida de la Alcaldía, los supuestos cálculos del presidente Santos para asegurar su reelección y los tentáculos del carrusel de la contratación que, dice, cortaron su cabeza. Así, franco y directo, disparó en esta entrevista.
Ya fuera de la Alcaldía, ¿cómo han sido estas últimas 72 horas?
No puedo decir que soy ciudadano porque Santos me quitó parte de mi ciudadanía y mis derechos políticos. Ha sido muy duro. Mis hijas quedaron muy golpeadas, están muy pequeñas. Sus primeros interrogantes son sobre en qué tipo de país viven.
¿El presidente Santos lo llamó antes de anunciar su decisión?
Yo lo llamé no para que dialogáramos. Él decidió con sus amigos y sus clientelas políticas.
¿Lo llamó cuando supo la decisión o para preguntarle qué iba a hacer?
Teníamos rumores y decidimos hablar con él.
¿Él le dijo que iba a acatar la destitución?
Sí. Me reuní con él en la Casa de Nariño. La reunión no duró ni cinco minutos. Le dije que iba a cometer una arbitrariedad. La tesis del presidente fue que no entendía cómo cinco horas después de tomada la decisión del Consejo de Estado, de desestimar las tutelas que me favorecían, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) me otorgara medidas cautelares.
El presidente le dijo “voy a acatar el fallo del procurador” y usted le dijo “va a cometer una arbitrariedad”. ¿Ahí acabó la charla?
Me paré, allí estaba Rafael Pardo y le dije que no me parecía que fuese él, protagonista del proceso de paz con el M-19, quien fuera el encargado de acabarla. Le dije al presidente que su decisión obedecía a un cálculo político y que lamentaba que se manipularan temas tan importantes como la democracia y la paz.
Pero, ¿acaso Santos había adquirido compromisos con usted?
Cuando falló el procurador la destitución me reuní con el presidente, incluso antes de viajar a Washington, y el 18 de diciembre pasado él me expresó: “Quiero ser neutral, no puedo estar ni con el procurador ni con usted”. Yo entendí la postura. Le pedí que mantuviera esa misma neutralidad ante la CIDH. Él me contestó: “No hay problema, si la CIDH decide a su favor, yo lo respeto”. Y vea lo que pasó. Mintió.
En su criterio, ¿cuál fue el cálculo político de Santos?
El presidente ya no es un hombre libre. Por su formación política entiende que la gobernabilidad significa gozar del apoyo de la mayoría de la clase política, y concretarlo no es más que un presupuesto. Tuve un debate con él siendo ministro de Hacienda de Andrés Pastrana sobre los cupos parlamentarios, una forma de asignar códigos secretos a congresistas para entregarles contratos. Ahora como presidente hace lo mismo. A eso llaman gobernabilidad: negociar con clientelas. Lo discerní siendo alcalde respecto a los concejales. Si uno cede, pierde la libertad. Esas clientelas son el mayor enemigo de la democracia y de la paz. La más grande de esas clientelas es la de Germán Vargas Lleras con su propio club de contratistas.
¿Haber desacatado sus medidas cautelares tendrá efecto en la posible reelección del presidente?
Cuando un político termina preso de las clientelas es porque no tiene opinión pública y tiene un gran problema de incomunicación con la sociedad. Además Santos no tiene votos. Ahí es donde entró a jugar Vargas Lleras.
¿Va a hacer algo para buscar que a Santos le cueste esa decisión?
En mí no cabe la venganza. Lo aprendí cuando hice la paz. Le reconozco a Santos que se está esforzando por la paz, y eso era lo que me atraía de apoyarlo, lo acompañé en la movilización del 9 de abril de 2013. Pero ahora, con su decisión, creo que el presidente está moralmente incapacitado para concretar la paz.
¿Y si el presidente logra la reelección y la paz?
La paz no es una firma. Hoy, 25 años después de la paz con el M-19, creo que nos traicionaron. El compromiso era que sus hombres y mujeres tendrían garantías para el ejercicio de sus derechos políticos. Lo primero que sucedió cuando gané la Alcaldía de Bogotá fue una denuncia por mi antigua pertenencia al M-19. Intentaron sacarme siempre.
Se dice que ahora va a promover el voto en blanco, ¿así va a ser?
Son decisiones que tomaré en su debido momento. La reflexión que hasta este momento me he hecho es que el 19 de abril de 1970 el Estado se robó las elecciones y hubo una reacción armada. Ahí nació el M-19. Lo que hizo Santos fue peor porque fue un golpe de Estado y su dimensión fue peor. Pero hoy la vía no son las armas, es la constituyente. Por otras razones la apoyan Uribe o las Farc.
¿O sea que usted va a terminar liderando una constituyente con Uribe y las Farc?
La derecha está ligada al latifundio, base de la guerra. A las Farc hay que preguntarles cómo van a aislarse de los delitos de lesa humanidad. Y al uribismo que se aparte de la idea absurda de buscar que Uribe vuelva al poder.
¿Y si en la constituyente se terminan legitimando o empoderando quienes han estado en contra suya?
La constituyente no puede verse como un juego de mayorías, sino como un tratado de paz. Por eso no me asusta que el uribismo plantee su constituyente. Es la diversidad colombiana.
¿Va a ir a hablar con las Farc a Cuba?
Tengo ganas. También me gustaría hablar con Uribe sobre lo que piensa de la constituyente, qué importa que antes me hubiera espiado desde el DAS.
¿Cree que Germán Vargas Lleras cumplió algún papel en su destitución?
Vargas Lleras es el jefe político de un cartel de contratistas. Es un enemigo del proceso de paz y tiene encarcelado al presidente.
¿De qué cartel habla?
De su amigo Alberto Ríos. Es tan poderoso con su dinero que han puesto en peligro la democracia.
¿Realmente cree que iba a ganar el proceso de la revocatoria?
La íbamos a contrarrestar en las urnas.
¿Pero usted durante un año buscó dilatarla por todos los medios?
Sólo quisimos saber cuántas firmas habían sido legítimas, estábamos en nuestro derecho. Llegamos a tener una opinión favorable del 70% de la opinión pública bogotana después de la decisión arbitraria del procurador. Ellos sabían que íbamos a ganar.
¿Qué les diría hoy a las Farc?
Quiero hablarles de la constituyente. Un proceso de paz serio es un tratado de reformas democráticas que se tienen que volver prácticas y el mecanismo para hacerlo no es el Congreso, es la constituyente.
¿Va a apoyar la candidatura de Enrique Peñalosa a la Presidencia?
No tuve tiempo de pensar en las presidenciales y como alcalde no podía participar en política. Ahora, con el pedazo de ciudadanía que me quedó, tengo que pensar qué voy a hacer. Peñalosa es una persona franca, diferente a Santos. Ideológicamente bastante distante de mí. Su electorado le reprocharía que se acerque a mí y el mío que me acerque a él. La discusión con él en temas de urbanismo es importante. Ya tuvimos esa disputa en la lucha por la Alcaldía de Bogotá.
¿Santos será reelegido?
Ni idea. Si lo logra va a ser esclavo del clientelismo político.
¿Cree que Alejandro Ordóñez va a estar en la pelea en 2018?
Quiere lanzarse, pero creo que la fractura y el dolor que provocó en Bogotá con mi destitución no le permitirá aglutinar una mayoría de electores en Colombia. Cuando voté por él en el Senado en su primer período no sabía quién era. Me equivoqué. Él cree que está haciendo una cruzada y está matando herejes en la hoguera. Soy un hereje para él. Toda la “Bogotá Humana” es contraria a su religión tridentina.
¿Cómo cree que va a terminar su caso en la Corte Interamericana?
El Sistema Interamericano es una creación institucional que se dio luego de décadas de guerras en América. Eso que nació en Bogotá el 9 de abril de 1948 y se volvió el Pacto de San José de Costa Rica en 1969, se empoderó y hoy es la Constitución de América. Cuando Santos la desacató, le pegó una puñalada trapera al sistema interamericano.
¿La Corte Interamericana le va a restituir los derechos políticos?
La medida cautelar buscaba impedir un daño irreparable. Lo que hizo Santos fue producirlo. Ese proceso durará uno o dos años y el Estado será condenado por violar mis derechos, pero el daño irreparable está hecho y lo produjo el presidente Santos. A mí me devolverán mis derechos porque la única manera de quitarle a un ciudadano sus derechos políticos es que cometa un delito y yo no le he hecho.
¿Y si la Corte Constitucional le da la razón a su tutela en unos meses?
Lo que me preocupaba era el corto plazo. Para eso eran las medidas cautelares. Pero ya se consumó el daño irreparable. En la jurisprudencia de la Corte hay 12 fallos de tutela que dicen que las medidas cautelares de la CIDH son vinculantes y tienen que ser acatadas. En mi caso se violó todo.
Pero los antecedentes de la CIDH sobre medidas cautelares se referían a casos concretos en los que obligaba al Estado a darles protección a personas en peligro de muerte. Este no era su caso. Aquí protegían derechos políticos.
Ese es un argumento de ignorancia crasa. La Convención Americana trata sobre derechos fundamentales, eso incluye los políticos. La Corte Constitucional jamás ha dicho que las medidas cautelares de la Comisión Interamericana sólo sean obligatorias para el derecho a la vida. Protegió mis derechos políticos y los de 731.000 ciudadanos que me eligieron. Pero eso nos los quitó el Gobierno.
Usted buscó medidas cautelares de la CIDH dos meses antes del fallo del procurador. Por eso fue criticado. ¿Ya sabía que lo iban a destituir?
Intuí lo que el procurador iba a hacer. Nunca me mostró su faceta fanática, pero había pasado lo de Piedad Córdoba y además me insultó cuando propuse tratar con medidas de salud pública a los drogadictos. Sabía que todo lo que hacía la “Bogotá Humana” era considerado por él como una herejía religiosa. Entonces busqué mi protección.
¿Qué fue lo que pasó en el paro agrario? En su gabinete dicen que ese día casi que hubo un golpe de Estado en Bogotá, que la Policía no le hizo caso.
El 29 de agosto fue muy difícil. Le había advertido al Gobierno que la mafia que actúa en el centro del país se estaba reconfigurando. Buena parte de esas mafias se ubicaron en los límites con Soacha. Hablé con el Ministerio de Defensa, con la Policía y los militares. Les explique lo que estaba pasando. No me hicieron caso y lo que sucedió fue que las mafias se tomaron Soacha. Recibí llamadas de su alcalde, angustiado porque tuvo que salir de la alcaldía. Yo envié gente de salud, de convivencia. La Policía no se atrevió a meterse porque vieron que los heridos eran de bala. Como a la Policía la habían mandado a controlar las marchas campesinas, estaba sobrepasada en el perímetro urbano. Tuve que sacar el Ejército y militarizar Ciudad Bolívar. Apliqué el toque de queda. Lo que hubo fue una toma mafiosa en Soacha y trataron de hacerla en Bogotá.
¿Se equivocó al señalar a todos los medios de comunicación de ser aliados de las mafias?
Sí hubo un error de mi parte en la falta de comunicación. El Twitter me ayudó mucho a comunicar en momentos difíciles, pero mi gabinete no estaba acostumbrado a comunicar porque venía de la academia. Con el periodismo de base creo tener buenas relaciones, pero algunos directores son amigos del cartel de la contratación. Por ejemplo, Álvaro Dávila era intocable porque era el relacionista. Su estrategia fue relacionarse con los medios. No estaba en sus planes que yo fuera alcalde y por eso me atacaron cuando empezaron a aparecer en el escándalo el abogado Manuel Sánchez o el contratista Emilio Tapia. La estrategia del exalcalde Samuel Moreno fue diferente. Su defensa era achacarles todo lo malo a los primos Nule. Ese cartel lo descubrimos. El segundo cartel está conformado por el empresario Andrés Jaramillo, que no ha sido tocado por los medios. A la gente se le olvida también que William Vélez, empresario de las basuras, era socio de los Nule en el contrato de la calle 26, por el que hoy están presos. Y nadie ha tocado aún la tercera parte del cartel.
¿Quiénes son, según usted?
William Vélez y Alberto Ríos. Los Nule son unos pecuecos al lado de ellos. El contrato de recaudo, que se lo reparten entre ellos, es de $2,5 billones. Ellos me dieron el golpe. La tercera parte del cartel fue la que logró imponerse y ese cartel tiene como su líder político a Germán Vargas Lleras.
¿Va a dar la orden en progresistas de participar en la terna para reemplazarlo y en las elecciones?
Vamos a presentar una terna, vamos a ir a las elecciones y las vamos a ganar. El programa de la “Bogotá Humana” va a seguir.
¿Quiénes van a estar en la terna?
No me quiero meter en la conformación de esa lista, pero vamos a ganar en las atípicas. Creo que Santos, que se burló de las elecciones del 30 de octubre de 2011 y que saboteó las del 6 de abril por la revocatoria, va a querer que no se hagan elecciones y mantener a su ministro Rafael Pardo hasta 2015.
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