¿Santos o Zuluaga, qué le conviene menos al sindicalismo?

Con Zuluaga en la más alta votación del pasado domingo, se está posicionando la ultraderecha en Colombia. Del otro lado, el país no está conforme con el gobierno de Juan Manuel Santos. Entonces, ¿entre la ultraderecha y la derecha, qué opción le queda al sindicalismo?

El debate presidencial se polarizó desde antes de la primera vuelta entre dos personajes como Santos y Zuluaga; alrededor de la paz o la guerra. En consecuencia, el resultado final no podía ser diferente en esta puja por el control del Estado.

Algunos sectores del movimiento sindical y social se están preguntando por quién votar en la siguiente vuelta. Carlos Raúl Moreno, de la dirección nacional de la ASEP-CTC, da luces para responder esta duda. “Para nosotros sería supremamente grave que se impusiera la opción representada en Zuluaga como candidato del uribismo y lo que ellos representan como un factor fascista, que ya ha anunciado que su primera medida sería disolver las negociaciones que se adelantan con las Farc en La Habana”.

La realidad es que dentro del sindicalismo no ha calado la dirigencia de Santos, porque no ha generado propuestas positivas en estos cuatro años. Por tanto, la otra opción sería abstenerse o votar en blanco. Sin embargo, eso significaría dejar la decisión en manos de los uribistas furibundos que saldrán a apoyar a su líder masivamente, y no hablamos de Zuluaga. 

En consecuencia, frente a la situación que la vida impone entre un candidato que defiende el discurso de la guerra y otro que va por un escenario donde cese la guerra y haya tranquilidad para Colombia; la respuesta se traduce por sí misma. 

Aquí es necesario traer una memoria. Durante los ocho años del gobierno de Uribe, la protesta estaba tachada como “terrorismo”, no había posibilidad de negociación con el gobierno, los líderes sindicales eran señalados como “guerrilleros”, las medidas neoliberales se ensañaron contra los trabajadores y fue la época en que la tercerización se disparó. 

Con Santos, al menos no hay criminalización radical de la protesta y se puede negociar. Las cifras de su segundo periodo así lo indican. Hubo un incremento de las movilizaciones y también mesas de concertación, aunque con acuerdos que no se cumplen. Así que se puede considerar un ambiente de relativa democracia. 

Carlos Raúl Moreno recuerda “ambos son neoliberales. Pero respecto al tratamiento de las garantías democráticas, de que no se criminalice la protesta popular, de que no se chucen a las altas Cortes, de que no se generalice un ambiente de intimidación, que no prevalezcan las bandas armadas o los sectores terratenientes que en el campo han realizado una reforma agraria apoyados en el terror de la violencia, a los trabajadores les interesará el hecho de que podamos contar con un gobierno relativamente democrático con algunas libertades”.

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