En 12 años de gobiernos de izquierda en la capital, no hubo un solo gran proyecto original de esa línea política que haya impactado de manera profunda en el tema cultural. Ni Lucho Garzón ni Samuel Moreno lograron que sus apuestas en el sector pelecharan más allá de los cuatro años de sus gobiernos. A pocas semanas de terminar, seguramente, lo mismo sucederá con Gustavo Petro.
En estos tres periodos no se puede encontrar en ninguno de los planes de desarrollo una iniciativa que haya hecho mover cimientos o procesos culturales de Usme a Suba o de San Cristóbal a Engativá. La razón: ninguna de esas cartas de navegación muestra que haya protagonismo del tema en sus prioridades, ejes u objetivos. Digamos que fue un digno actor de reparto con poco peso, en algunos casos nulo, en el desenlace de las historias que nos echaron en las épocas de la
, de la y de la .
En este punto le agrego un leño ardiente a la hoguera que quema lentamente las naves de la visión que sobre cultura en Bogotá tienen el Polo y los Progresistas. Fue Mockus, el verdadero punketo político, el gobernante que puso a rodar en su primera Alcaldía dos piedras que aún hoy, 20 años después, siguen mostrándose como transformadoras: cultura ciudadana y los eventos al parque.
Después de Formar Ciudad (Mockus I,1995), vivió durante dos años
, el plan de gobierno de Enrique Peñalosa (1998), a quien despacharemos rápidamente diciendo que si bien es innegable su papel en la transformación de la capital en muchos aspectos; el tema cultural no fue una muestra de ello. Sus prioridades (consagradas en el Artículo 3) muestran que desmarginalización; interacción social; ciudad a escala humana; movilidad, urbanismo y servicios; seguridad y convivencia, y eficiencia institucional fueron los focos sobre los que se centró la atención.
En el 2001;
volvió a recibir la posta y nuevamente Cultura Ciudadana fue el primer asunto mencionado en la lista de siete objetivos del Plan de Desarrollo.
Si bien es cierto que en los últimos tres períodos no existió una visión compartida del tema y menos una política ambiciosa que transformara la capital; el balance, por extraño que parezca, no es del todo negativo.
El hecho de que no existieran grandes proyectos permitió que las administraciones se concentraran en darles continuidad a los procesos que estaban en marcha. Por ejemplo, los eventos al parque crecieron y se ampliaron a expresiones musicales distintas al rock. También se puso en marcha una reforma administrativa que aglutinó y organizó las entidades que tienen impacto en el sector (Alcaldía de Lucho). Se fortaleció y amplió el campo de acción del Instituto Distrital de la Artes (Idartes), entidad que es la verdadera cara de la Administración, más que la misma Secretaría de Cultura, en las localidades. Que Samuel y Petro hayan dejado trabajar en los últimos ocho años con cierta soltura a Santiago Trujillo (su director) se tradujo en avances en formación, creación, investigación y apropiación de artes plásticas, audiovisuales, dramáticas, danza, música y literatura. También se abrieron espacios de discusión como la mesa distrital de grafiti, se pusieron en marcha becas y espacios de circulación artística en distintos sectores.
- La visión de los gobiernos
Para que no se piense que este es sólo un carretazo, ofrezco un breve resumen de la visión que tuvieron los planes de desarrollo linkeados arriba.
- Bogotá Sin Indiferencia prometió la humanización como gran logro de la Administración. En efecto, se avanzó en la solución de manifestaciones degradantes de pobreza como el hambre, la desnutrición, el trabajo infantil y la situación de la población de la calle, entre otras. Los objetivos y temas centrales establecidos se organizaron en tres ejes (el social, el urbano regional y el de reconciliación) y un objetivo estructurante (Gestión Pública Humana, Sostenible y Eficaz). El tema cultura no apareció mencionado.
- En el objetivo general de Samuel Moreno (Artículo 1 del Plan) no se menciona proyectos concretos en el área. Sin embargo, en el punto 14 de los principios de política pública se menciona la cultura ciudadana y, curiosamente, justo después se comprometían a promover cambios en comportamientos y actitudes de los habitantes de la ciudad, orientados a fortalecer el sentido de lo público.
- El Artículo 2 del Plan de Petro propuso mejorar el desarrollo humano, dar prioridad a la infancia y adolescencia con énfasis en la primera infancia, aplicando un enfoque diferencial en todas sus políticas. Se prometió reducir todas las formas de segregación social, económicas, espaciales y culturales, pero el asunto no se desglosó más allá de eso. Los ejes estratégicos son: una ciudad que reduzca la segregación y la discriminación: el ser humano en el centro de las preocupaciones del desarrollo; un territorio que enfrenta el cambio climático y se ordena alrededor del agua y una Bogotá que defiende y fortalece lo público.
Hace algunos días tuve una conversación con un amigo que ha tenido en los últimos años una relación cercana con el Distrito como gestor cultural. Desde su punto de vista fue “la desidia de las administraciones de izquierda lo que permitió tener una gestión aceptable en materia cultural”. El adjetivo me parece fuerte, aunque haya que reconocer que en algunas acciones sí se pueda descubrir negligencia o falta de cuidado en la administración y dirección del sector.
Su opinión enriquece una discusión que parece relegada frente a otros afanes urgentes en Bogotá (movilidad, seguridad, empleo o educación) y que es la semilla de una pregunta directa al nuevo alcalde. ¿Cuáles van a ser las líneas concretas de la política cultural a partir del 2016?
Al oído. En épocas de balances caben las
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