El Invitado es Yezid Garcia Abello, quien escribe sobre el aumento pauperrimo del Salario Mínimo.
Por: Yezid García Abello, Candidato al Senado #6 en la lista de la alianza verde 🌻
El presidente Santos le anunció hace unos momentos al país que se había logrado un acuerdo con empresarios y trabajadores y que el salario mínimo se aumentaría a partir del 1 de enero en 5,9%, es decir, en $43.525 mensuales o $1.451 diarios. El asunto no es tan sencillo, ni tan satisfactorio como lo presenta el Gobierno.
En Colombia, el 59,2% de los asalariados gana uno o menos de un salario mínimo mensual y 85,4% de los mismos gana hasta dos salarios mínimos. Este es el tercer país más desigual del mundo y la reducción de la pobreza, que lentamente se venía presentado, se detuvo en los últimos dos años. Al unísono, centros de ivestigación económica, entidades financieras y el mismo gobierno han expresado preocupaciones porque el año entrante el crecimiento económico no pasará del mediocre rango de 2,4% a 2,7%, el desempleo crece alarmantemente, y cada día, más estudiosos del tema hablan del fantasma de la recesión y la crisis económica. En contraste, los balances de las grandes empresas y sus utilidades crecen sin cesar.
La lógica económica aconsejaría entonces que frente al peligro de recesión y el crecimiento del desempleo se necesitan políticas como incrementos sustanciales de salarios que reactiven la demanda y grandes inversiones del Estado que generen nuevos empleos y dinamicen la economía. Al contrario, el Gobierno persiste en pobres incrementos salariales, ventajas tributarias para las grandes empresas, incumplimiento de los acuerdos firmados con los trabajadores y los campesinos y estricto cumplimiento de la neoliberal "regla fiscal".
Además, el país no entiende porqué el Gobierno excluyó de esa negociación en Palacio a la más grande Central Obrera del país, la CUT. Santos y su ministro de Hacienda siguen apostando a la política de la división, de la maniobra, del chantaje, que tantos problemas le ha ocasionado en el Congreso y en el manejo de los asuntos públicos.
Cuando se habla de estos temas, ojalá nunca se olviden las palabras del economista, investigador y académico Diego Otero: "En realidad, la definición del incremento del salario mínimo y de los salarios en general es un problema de lucha de clases, aunque a muchos no les guste esta explicación, pero esta es la realidad. En definitiva se trata de cómo se reparte la torta: cuanto le queda al capital y cuanto al trabajo y esto no es un problema técnico sino político".
Por: Yezid García Abello, Candidato al Senado #6 en la lista de la alianza verde 🌻
El presidente Santos le anunció hace unos momentos al país que se había logrado un acuerdo con empresarios y trabajadores y que el salario mínimo se aumentaría a partir del 1 de enero en 5,9%, es decir, en $43.525 mensuales o $1.451 diarios. El asunto no es tan sencillo, ni tan satisfactorio como lo presenta el Gobierno.
En Colombia, el 59,2% de los asalariados gana uno o menos de un salario mínimo mensual y 85,4% de los mismos gana hasta dos salarios mínimos. Este es el tercer país más desigual del mundo y la reducción de la pobreza, que lentamente se venía presentado, se detuvo en los últimos dos años. Al unísono, centros de ivestigación económica, entidades financieras y el mismo gobierno han expresado preocupaciones porque el año entrante el crecimiento económico no pasará del mediocre rango de 2,4% a 2,7%, el desempleo crece alarmantemente, y cada día, más estudiosos del tema hablan del fantasma de la recesión y la crisis económica. En contraste, los balances de las grandes empresas y sus utilidades crecen sin cesar.
La lógica económica aconsejaría entonces que frente al peligro de recesión y el crecimiento del desempleo se necesitan políticas como incrementos sustanciales de salarios que reactiven la demanda y grandes inversiones del Estado que generen nuevos empleos y dinamicen la economía. Al contrario, el Gobierno persiste en pobres incrementos salariales, ventajas tributarias para las grandes empresas, incumplimiento de los acuerdos firmados con los trabajadores y los campesinos y estricto cumplimiento de la neoliberal "regla fiscal".
Además, el país no entiende porqué el Gobierno excluyó de esa negociación en Palacio a la más grande Central Obrera del país, la CUT. Santos y su ministro de Hacienda siguen apostando a la política de la división, de la maniobra, del chantaje, que tantos problemas le ha ocasionado en el Congreso y en el manejo de los asuntos públicos.
Cuando se habla de estos temas, ojalá nunca se olviden las palabras del economista, investigador y académico Diego Otero: "En realidad, la definición del incremento del salario mínimo y de los salarios en general es un problema de lucha de clases, aunque a muchos no les guste esta explicación, pero esta es la realidad. En definitiva se trata de cómo se reparte la torta: cuanto le queda al capital y cuanto al trabajo y esto no es un problema técnico sino político".
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