Que Un Perro de la Calle, rete a la Corte, donde recientemente está fallo sobre la entrada de los canes a Transmilenio y Buses Urbanos, un Perro de la calle, se sube en la Estación de San Martín y viaja gratis en Transmilenio hasta Suba; el Periodista Uriel Ariza Urbina de El Periódico de los Bogotanos, hizo la siguiente crónica y con fotografía del respectivo can que a continuación damos a conocer.
El perro que reta a la Corte
En un hecho sin precedentes, un perro callejero se proclama como el primer animal en Colombia en reclamar el derecho a usar, sin amo, el transporte urbano. Dilema.
Un escuálido perro callejero sin aparente dueño irrumpe afanado como otro de los miles de pasajeros que entran y salen de la estación Humedal de Córdoba de Transmilenio, en la ruta a Suba. El animal busca una de las puertas para abordar un bus entre el ajetreo. No sabe por cuál decidirse, si los que van hacia el sur o hacia el norte.
Zigzaguea inquieto por entre el zapateo de las personas que al instante salen de su cotidiana rutina al ser testigos de la irónica escena de verse a sí mismos haciendo lo mismo que el perro: tratando de abrirse paso como sea para entrar primero al articulado.
El instinto del perro aventaja a los pasajeros y en un santiamén recorre de punta a punta el atestado hall metálico, oliendo la mejor oportunidad para escurrirse por una de las puertas con gente apiñada y asustada, sin saber si es por un transporte que intimida o por el atrevido can que intenta montarse al bus de ellos, las personas.
El perro tiene las señales visibles en su mirada cansada y su aspecto desaliñado de ser un desposeído a la caza de alguien o de algo: un amo que tal vez perdió por los avatares de la urbe, un amo que le abandonó, o una perra con amo y ‘pedigree’ que lo arrebató en pleno celo. Es aquí, en las estaciones que van desde San Martín hasta el portal de Suba, donde transcurre desde hace un par de meses la inquebrantable persecución diaria de un perro que podría revaluar el reciente fallo de la Corte Constitucional.
Un cupo para el perro
Todos miran serios al perro y no saben si azuzarlo o exigirle al Policía que saque al “despreciable chandoso”, pero la prudencia se impone. “Un señor me dijo que lo sacara a patadas, pero creo que hay una norma que los protege”, dice el policía auxiliar Edward Sánchez, quién advirtió la extraña conducta de un perro “que no se mete con nadie” y ya es la mascota de esta ruta.
Los buses se detienen repletos y una persona ‘corona’ a empujones un resquicio y queda aplastado al cerrarse la puerta. El perro suelta un ladrido, como mostrando su frustración de colarse. Los alterados pasajeros de afuera se miran entre sí con el gesto cómplice de la impotencia, sin darse cuenta que de nuevo se ven haciendo lo mismo que el animal. El perro huele que otro bus se acerca y sale disparado a otra puerta.
“Apenas oye el ruido del bus se vuelve loco”, explica Sánchez, quien también asegura que el animal prefiere la puerta central, “tal vez recordando por dónde vio por última vez a su dueño o a su enamorada, quién sabe”, dice Karla Stevenson, una amante de la conducta de los perros.
El dilema
El perro por fin ‘corona’ un cupo. Una hora después reaparece entrando como ‘Pedro por su casa’ en la estación de Puente Largo. El fotógrafo captura el curioso cuadro, ante la respuesta irónica de los pasajeros. Un Agente de Policía demuestra su autoridad lanzándole zapatazos al aire al animal, ante la indiferencia de éste por los conflictos humanos de siempre.
El Policía insulta al cronista y al reportero gráfico para que también desaparezcan de la escena, sin saber en su ignorancia, que está frente al dilema de hacer cumplir el derecho constitucional del perro a no ser maltratado, y a la Corte le plantea la inquietud sobre si la intención de la norma del ingreso de los animales al transporte público solo satisface un capricho humano o también se hizo pensando en el respeto a los animales.
Un señor entra con un perro amarrado a una cadena. Nadie le pide el certificado de vacuna para no poner en riesgo la salud de los pasajeros, como lo advierte la Corte. El célebre perro entra a otro bus y se sienta con nobleza al lado del conductor, que le sonríe a su ‘amigo’. Los pasajeros protestan con abucheos, no tanto por la polémica decisión de la Corte, sino porque es “un perro sin dueño, feo y chandoso”, dijo una señora mirando con asco al animal. El perro parece reconocer el amargo tono de las personas y se prepara para bajar en la próxima estación.